martes, 28 de agosto de 2007

Dolor

Hoy...

Día extraño. De nuevo la misma sala, de nuevo una canción, de nuevo un ambiente... me han recordado a ti. Me he mirado a mi misma, con las lágrimas rebasando mis ojos, pensando en cuan miserable he sido contigo y a la vez conmigo misma. Me he negado a mi misma seguirte amando, me he cerrado en banda a la oportunidad de verte como algo más que lo que ahora eres, tratar de borrar la imagen que tenía de ti, del chico del cual me enamoré.

Jamás nadie en esta vida me había hecho tanto daño como tu llevas haciendo por más de nueve años. Nadie me ha hecho derramar tantas lágrimas como tú. Nadie me ha hecho sentir como la peor de las basuras, es un mérito que únicamente tienes tú.

Hace más de un mes, la última vez que te vi, pensé que te había olvidado... ilusa yo de nuevo. Trataba de pensar que era lo que había sentido al verte... la respuesta llegó rápido, tal vez demasiado... nada. Eso me aturdió, ¿Nada? ¿Nueve años llorando, sufriendo... amandote, para no sentir absolutamente nada por ti ahora? Me obligué a convencerme. Y sentir por primera vez en mucho tiempo como este amor por ti se iba, se evaporaba... y a la vez me hundía, me hundía porque sin ti, mi vida deja de funcionar, sin este amor que me lastima, mi vida pierde todo el sentido.

No anhelo verte... ni escucharte... ni tan siquiera olvidarte... quiero seguir sintiendo este dolor, siempre que signifique que una parte de mi se niega a creer que no eres como pienso... y sé que es un gran error el que estoy cometiendo, pero, dime ¿Qué hago? ¿Qué hago cuando no tengo el suficiente valor para decirte lo que siento? ¿Qué hago cuando sé que en el caso tan remoto e imposible de que me correspondieras ninguno seríamos lo suficientemente valientes para enfrentarlo?

Somos tan iguales, mi amor... somos tan parecidos, nos conocemos tan bien... tal vez ese es nuestro problema... tú conoces mis debilidades y yo las tuyas, fingimos que nada a pasado cuando estamos juntos, fingimos llevarnos bien, hablar como si fueramos amigos, cuando en el fondo queremos irnos corriendo... y sobre todo... anhelamos tanto la desdicha del otro...

No quiero olvidarte... no quiero hacerlo porque, pese a que los primeros días en que este agujero que cubre mi pecho ardía y quemaba, impidiéndome respirar, ahogándome en la agonía de no tener nada por lo que vivir, fui feliz. Fui feliz porque no pensaba cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo... cada momento en ti. Era yo, yo era lo más importante de mi vida.

Y fue una sensación que jamás había conocido. Y si lo había hecho, hacía tanto que lo había olvidado. ¿Cuándo fue la última vez que sonreí con ilusión y reí a carcajadas por pura felicidad? Hace tanto tiempo... hace tanto tiempo que me gustarías que esperimentaras el dolor, el dolor que yo siento aunque tan solo fuera un día. Que supieras con certeza cuanto es el dolor que me produces.

Porque tu abriste esta brecha que muchos se han empeñado en agrandar... No puedo salir de esto, no puedo dejar de autodestruirme de esta manera, no puedo porque simplemente, mi sufrimiento esta ligado a ti, por algo más allá de mi mente y corazón, por algo que no alcanzo a entender, por algo tan profundo, tan inexplicable, que dudo que haya una sola palabra en algún idioma que pueda describirlo.

Sabes mis límites, sabes los límites de mi fortaleza, los ilimitados de mi orgullo... conoces todo de mi, y en lugar de usar esto para hacerme más feliz... lo haces para humillarme, para hacerme sentir mal...

Tú me conoces, eres una de las pocas personas, por no decir la única, que puedes decir con certeza que lo haces. Sabes ver tras mis miradas de desprecio, de frialdad, de enfado, de asco... sabes interpretar mis sarcasmos, mis replicas mordaces, mis sonrisas burlonas... Sabes cada cosa que pienso, sabes anticiparte a mis movimientos tal y como yo puedo hacer contigo.

Y todo esto, saber que me entiendes, que podría ser tan perfecto y que es tan destructivo... es lo que me hace desear morir. Porque pese a todo esto, porque aunque una parte de mi desee olvidarte, la otra, todavía más poderosa, dice que no puedo hacerlo, que tengo el dolor tatuado en la sangre y el amor grabado a fuego en mi pecho.

Dolor... si, definitivamente, eso es lo que más me has hecho sentir.

Si por cada mil lágrimas que he derramado, obtuviera una sonrisa... necesitaría dos vidas para poder gastarlas.

No hay comentarios: